domingo, 27 de octubre de 2013

     Cuando se combate eres consciente que, independientemente del resultado, estás dispuesto a perder una parte de ti… No hay viaje sin riesgos, pérdidas, ganancias,… Y ahora aquí, en este punto de la vida, en el medio del camino, he perdido inocencia, he ganado tamaño,…

     Desde aquí, cuento lo que vi, lo que sentí, razono sobre los comportamientos que he tenido, reflexiono sobre mi vida y sobre ese gran desconocido,- el Ejército-, para la mayor parte de la sociedad o incluso las personas más cercanas a mí y hasta amigos que no pertenecen a este mundo, que solo ven la única cara que se muestra de la luna,…

     En este espacio no pretendo convencer a nadie de lo que es esta gran institución, que es el Ejército, ni siquiera hablaré de él como tema principal, solo trataré de explicar cómo ha sido mi vida desde el punto de vista del Ejército, perteneciendo a él y como este ha ido formando parte del camino que estoy recorriendo…

     Para que esta historia se entienda mejor, empezaré a contar desde el punto de inflexión de mi vida, el punto de partida del cambio, desarrollo, progreso,… que de una u otra forma he vivido, a veces consciente de ello y veces sin darme cuenta, queriendo y sin querer, pero, madurando, al fin y al cabo…

     Para ello me remontaré a junio del año 2004, a un pequeñito pueblo pacense pegado a la frontera con nuestro vecino Portugal… Tenía 18 años casi recién cumplidos y aquel papel llegó a mis manos sin darme cuenta. Cuando lo abrí y leí; -Ejército de Tierra/Aire/Armada,- Mi cara y mi sensación fue casi de indiferencia pero con una cierta curiosidad que no dejó de rondar por mi cabeza varios días… Hasta que un día sin más me vi diciéndole a mi madre que iba a hacer las pruebas para irme al Ejército, lo que le provocó un gran disgusto y una angustia que, por supuesto, esa disconformidad me la hizo saber en ese mismo momento.

     Esto me costó varios días y semanas, hasta el día en que, sorprendentemente, me dijo, - momento de máxima coherencia de mi madre, que yo he vivido,- que lo había pensado y si me lo negaba se lo podría echar en cara toda la vida, así que podía hacer lo que yo quisiera, ya que además hacía dos meses que había cumplido los 18, pero sabiendo que ella no quería, no estaba de acuerdo y que para nada era partidaria de que yo, siendo tan joven, la pequeña de cinco hermanos, la más “inocente”, ingenua, idealista, inconsciente de todos ellos, me fuese lejos de casa, a hacer no se sabe que, para ser militar… -Aunque en aquel momento me negase firme y rotundamente a aceptar esos calificativos sobre mí, ahora después del tiempo y de conocerme un poquito más que por aquel entonces, reconozco que aunque, unos más que otros, bastante razón tenían...